La angustiante espera de María Celeste Domínguez

Hace un año que no le pagan un trabajo hecho en San Luis Libro. El dinero es indispensable para afrontar su enfermedad. Sus sobrinas organizaron una rifa para ayudarla. “Me han humillado, se me rieron en la cara”, dijo.

Hay que ver a María Celeste Domínguez arriba del escenario. Hay que contemplarla mientras emana su talento, su capacidad para compenetrarse en un personaje como solo las actrices apasionadas, temperamentales, con personalidad, lo hacen. Hay que leerla, también, a María Celeste: una escritora minuciosa, perfeccionista, en busca de la palabra poética en un mundo que se niega a ver planetas inmóviles.

Por eso duele verla momentáneamente retirada de la actuación, sin tanto tiempo para escribir, ocupada como está en dos cuestiones que pasaron a un lugar central en su vida: detener una leucemia y conseguir que el Gobierno Provincial le pague lo que le debe. La primera meta depende, indisolublemente, de la segunda.

Cuando en marzo del año pasado la jefa de San Luis Libro, Liliana Pairone, la llamó para encargarle la confección de un libro homenaje a Américo Moroso, Domínguez puso su habitual empeño. Sea en la histórica interpretación que hizo de Eva Perón en “Eva, todas somos Eva”, la obra de teatro estrenada en 2019 bajo la dirección del inolvidable Charly Braile, o cuando la convocan para su labor como diseñadora gráfica, Celeste se pone en cuerpo y alma para cumplir.

Cuando recibió el encargo del organismo literario, la enfermedad ya estaba asentada en su sangre y había comenzado un tratamiento oncológico, por lo que la actriz y escritora, en su rol de editora, lo tomó como una oportunidad. “Me pidieron presupuesto para tres libros, pero solo hicieron uno”, comenzó la mujer una serie de desaciertos laborales y humanos que se sucedieron lastimosamente.

“En principio el libro iba a ser blanco y negro, terminó siendo a color; me dijeron que me iban a dar el material todo maquetado, listo, y tuve que hacer todo desde el principio y en tres días porque anunciaron la presentación del libro y no me habían confirmado el trabajo, a tal punto que cuando vi en las redes que anunciaban la presentación pensé que le habían asignado el trabajo a otro”, relató. Un jueves de abril del 2024 San Luis Libro informó que la presentación sería en Justo Daract, la tierra de Moroso y de Pairone, el martes siguiente.

Cuando el anuncio de la presentación a Celeste le pareció raro que alguien haya presentado un presupuesto menor al suyo, ya que ella, sin perder calidad en los materiales, había ajustado muchísimo su pedido, para no perder el trabajo. “Resultó que al libro lo tenía que hacer yo y no me habían avisado. Yo no había visto a ese momento ni siquiera el material, así que obviamente la presentación se pospuso”.

Esa primera desprolijidad no aminoró el entusiasmo de la editora, quien sacó adelante el proyecto y en el tiempo estipulado envió los libros terminados una tarde que recuerda a la perfección. “Ese día, tenía que hacerme la quimio y en San Luis Libro esperaban el material al mediodía porque había que llevarlo a Justo Daract. Como yo no sabía a qué hora iba a salir de quimioterapia le pedí a mi mamá que los llevara”.

Domínguez tiene leucemia linfocítica crónica y por entonces estaba en el estadio 4, el último. Por entonces las complicaciones de su salud eran muy pronunciadas, pero se pusieron peor tras todo el trauma que tuvo que encarar para cobrar 590 mil pesos, “menos de la mitad de lo que gana cualquier funcionario de Cultura por estar sentado sin hacer nada”, dijo enojada.

Tras la presentación en Daract -a la que Domínguez finalmente pudo asistir-, Peirone y la autora se cruzaron un par de veces en algunos actos culturales. Siempre se trataron con cordialidad, con la funcionaria en promesas de pronto pago y algunas excusas incipientes y la actriz en paciente cordialidad, conocedora de los tiempos que tardan los expedientes en terminar su recorrido administrativo.

Los meses pasaron y el pago no aparecía, aunque las promesas de la jefa de San Luis Libro parecían cada vez más cerca de concretarse. Para llegar a esa instancia, Domínguez tuvo que pagar ocho sellados a distintos organismos gubernamentales para demostrar que no tiene juicios ni deudas con el Estado. Hay un dato aún más curioso en todo: en abril de este año tiene que volver a pagar un impuesto para mantener ese status aún cuando no le han pagado un peso por su labor.

 

A cada mes, la salud de la mujer se resquebrajaba un poco más, la obra social tardó cuatro meses en autorizar el tratamiento, el ministerio de salud no le renovó el contrato a las únicas dos médicas oncohematólogas que tenían a su cargo a todos los pacientes puntanos con el diagnóstico de Celeste y cada trámite de salud era para la actriz un peso cada vez más insoportable. Mientras tanto, San Luis Libro vivía su escuálida feria del libro, en noviembre, donde Pairone volvió a decirle a Domínguez que el expediente estaba a firma.

El momento que superó la aprobada paciencia de Celeste -evidente hasta en su forma de expresarse- fueron las fotos que en diciembre subió a sus redes sociales el recientemente echado ministro de Turismo y las Culturas Juan Manuel Rigau. El ex funcionario estaba en Egipto, vestido de gaucho, en pleno descanso de tarea frente al organismo que entre sus muchas deudas dejó la firma del expediente de Domínguez.

Para poner en claro: el libro comenzó a trabajarse en marzo, se presentó en abril y en diciembre la trabajadora se enteró que el expediente no había sido iniciado. “Peirone me mintió todo el tiempo, me manoseó, me humilló, se rió de mí y de mi salud. Tengo muchos motivos para pensar que es una sinvergüenza”.

“En un momento, antes de que expusiera el tema en las redes sociales, Pairone me dijo que si no salía el expediente iba a sacar plata de su sueldo para pagarme. La invito a que lo haga porque yo soy una persona honesta y le juro que en cuanto me depositen el dinero, se lo devuelvo”, dijo, dolorida, la actriz.

La asunción de Juan Álvarez Pinto en el ministerio de Turismo y Cultura le dio a la escritora una esperanza. Apenas asumió, el funcionario merlino se comunicó con ella y le prometió una pronta solución. Le explicó que el expediente inicial estaba mal hecho, que faltaban datos y que tenía que volver todo al inicio. “Lo bueno es que me pidieron la factura actualizada”, se ilusionó la trabajadora.

También, la actriz rescató la actitud que tuvo Karina Giordan, secretaría de Gestión cultural e identidad sanluiseña, virtual jefa de Pairone, quien siempre la atendió con cordialidad y predisposición. La víctima cree que en cada audiencia, la funcionaria pudo ver y escuchar la angustia y la desesperación que salían de sus palabras.

Lo cierto es que el 6 de este mes, Celeste pasó una nueva factura y desde entonces no ha tenido novedades. La actualización del monto fue mínima, imperceptible, muy lejana a la realidad, para que nadie en el intrincado camino del expediente tenga argumentos para practicar otra demora.

Más que la acuciante situación económica, más que las mentiras que en su propia cara le propinaron los funcionarios de San Luis Libro, Celeste necesita resaltar lo inestable de su condición de salud, magnificada por la actitud del Gobierno provincial. “He sido sometida a una violencia psicológica inaudita, en las condiciones de salud en que estoy. Por supuesto que ellos no son los responsables de mi enfermedad, pero en mi situación las cosas por las que me han hecho pasar no solo no colaboran nada, sino que es lo peor que me podrían haber hecho”. sostuvo la actriz.

Dijo además que una de las cosas que más le dolió de todo fue la desvalorización que el Estado hizo de su trabajo, el mensaje constante que le envían por medio de sus acciones de que su labor no vale nada. “Eso es terrible -describió-, es una piña en el estómago todos los días”.

Con los ahorros de toda su vida liquidados, a Celeste la ayuda a vivir una parte de su familia y una rifa que organizaron dos de sus sobrinas, preocupadas por la situación de la actriz, aunque para una trabajadora como ella , que siempre se propinó su sustento, esa realidad es vergonzante. “Tuve que meterme el orgullo en el bolsillo, no me queda otra mientras espero que esta gente sentada en un escritorio, que nunca en su vida hizo nada artístico, que nunca en su vida se interesó por el arte, se digne a darme lo que corresponde”.

Posiblemente, la mejor manera de conocer a Celeste sea recurrir a su propia pluma. En “Arcadia”, una de las novelas que publicó, escribió, tal vez en un autorretrato irreprochable: “Ella. Así, con su mirada anclada en la lejanía, ahogaba océanos en su garganta muda. Escribía un poema arcano en su memoria que jamás se quedó sin tinta”.

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