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Según estadísticas de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), la caída interanual fue del 4,6%.
Muchos cruzan los dedos para que el freno del consumo desacelere la escalada de precios, confiando en el éxito de una “represalia” de la demanda sobre la oferta. Pero hay rubros en los que los aumentos alocados ponen al consumidor en una delicadísima posición, cuyo impacto -por llevarlo al absurdo- no puede medirse con la misma vara que el desplome en las ventas de chicles. Hablamos de salud y, en particular, de la caída en la capacidad de compra de los medicamentos, fenómeno que se debe no solo al derrumbe del salario real sino al alza en los precios de la industria farmacéutica.
Al cierre de estas líneas, el Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) había actualizado sus cifras de 2023 incluyendo diciembre, mes que no rompió la tendencia del año pasado. La caída anual en las ventas de medicamentos de venta libre y por receta fue del 4,6%, en comparación a 2022.
“Esto quiere decir que se vendieron 36,7 millones de unidades menos”, informó Laura Raccagni, directora de ese organismo, quien proveyó un pertinente desglose por rubro farmacológico. Rubros que -vale remarcar- no existen por fuera de los miles de seres humanos que, por sus necesidades puntuales de salud, los encarnan.
Una primera limitación de este informe es que esas cifras incluyen todos los medicamentos que pasan por el mostrador de farmacia, tanto los que requieren receta del médico como los de venta libre.
El último es un grupo variopinto. En él conviven analgésicos (centrales para un dolor de muelas o un postoperatorio), pero también otras propuestas prometedoras con evidencia científica más endeble. O sea que en la misma bolsa hay productos con un peso específico muy diverso.
La segunda limitación es que el análisis del Observatorio de la COFA se basa en datos de IQVIA (renombrada consultora multinacional que, entre otros, presta servicios a la industria farmacéutica), cuya información viene de ventas de droguerías a farmacias.
O sea que son datos de reposición “y no de compras concretas de la gente, lo que puede generar algunas distorsiones”, compartió Juan Manuel Santa María, gerente general de IQVIA Solutions Argentina.
La demanda “inelástica” de medicamentos
Es usual escuchar que los medicamentos tienen una venta casi “inelástica”, lo que significa que, como la comida, es uno de los últimos rubros que uno resigna comprar. Sin embargo, la crisis viene dando cachetazos a todos los sectores.
Desde la propia Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (CILFA) lo reconocieron. Aseguraron no tener información estadística “confiable” que ratifique una baja en el consumo de remedios (por fuera de la baja estacional de enero), pero admitieron que “la lógica indica que, en un contexto de fuerte caída de los ingresos reales de la población por la alta inflación, la ineslaticidad de la demanda se reduzca“.
Aunque son chicos, los porcentajes a continuación no deberían subestimarse: hablan de millones de unidades de remedios que un número incontable de personas no pudo adquirir.
Santa María explicó que la baja general del 4,6% en las ventas para 2023 tiene un mayor componente de remedios de venta libre que de los llamados “éticos” (los de venta por receta). Los primeros cayeron 8%, mientras que los segundos, 3,3%. Pero el año tuvo altibajos significativos: solo en diciembre, los remedios de venta libre se derrumbaron 18,4%.
En una farmacia del sur de la ciudad de Buenos Aires ratificaron la caída. Mientras lo usual es que en enero -por las vacaciones- las ventas caigan del 10% al 15%, el desplome que observan ronda el 20% o 30%, señalaron.
Se suman las observaciones de una importante cadena de farmacias local. En la primera quincena de enero, la compra de medicamentos de venta libre cayó 11% y los que se dispensan con receta, 2,4%, en comparación al mismo período del año anterior.
Todo esto se alínea con los duros datos de un reporte de Unicef publicados por este medio en septiembre. Medía cuántas familias con chicos y adolescentes tenían obstáculos para acceder a los remedios que precisaban.
Unicef señalaba que el 17% de esos hogares había debido dejar de comprar remedios, pero un año después, el dato había subido dos puntos porcentuales. Mirando sólo los hogares que percibían la AUH, las dificultades para acceder a los fármacos aquejaban al 27% de los consultados.
Ventas de medicamentos: cuáles cayeron más
El desglose de Raccagni de los remedios que más cayeron interanualmente pone en primer lugar a los que cubren afecciones del sistema respiratorio. Bajaron casi el 15%, en comparación a 2022. Traducido, son unas 10 millones de unidades menos.
En segundo lugar están los muy importantes “antiinfecciosos sistémicos”, popularmente llamados antimicrobianos. Incluyen antibióticos y antimicóticos no tópicos; o sea, no dermatológicos. La caída anual en este caso fue de casi el 13%. Se vendieron 4 millones de unidades menos que en 2022.
Siguen los rubros “hormonas”, con una baja del 8,13%; y después, las drogas relacionadas al sistema nervioso, un grupo primordial, ya que abarca desde el paracetamol y medicamentos antimigrañosos hasta los psicofármacos y más productos para enfermedades como el Alzheimer.
Los del sistema nervioso bajaron 7,21% en 2023. En los términos de IQVIA, implica que las farmacias compraron 9,5 millones de unidades menos que el año anterior. Como se vendieron poco, no precisaron reponerlos.
Para completar este triste “top 5”, hay que sumar la baja del 6,12% de otro grupo importante de remedios: los destinados al tratamiento de afecciones del sistema génito-urinario.
Medicamentos y falta de adherencia a los tratamientos
¿Qué hacen las personas que no acceden a los medicamentos que necesitan? Raccagni explicó que discontinúan los tratamientos, los abandonan de lleno o separan las tomas, de modo de estirar la instancia de la compra.
Damián Zopatti, director de Estadística, Internaciones y Archivo Médico del Hospital de Clínicas “José de San Martín”, no se sorprendió con todo esto.
Remarcó la áspera realidad que viene observando hace 20 años en guardias de hospitales públicos de CABA y Buenos Aires: “A la clase más baja, esto no le es novedoso. Siempre vimos personas que no pueden comprar sus medicamentos porque no les alcanza. Y siempre vimos, también, al equipo médico haciendo lo imposible por conseguírselos”.
En tanto, Ramiro Heredia, médico clínico y colega suyo en esa institución, aludió a las consecuencias que enfrentan quienes abandonan los tratamientos. La famosa “falta de adherencia”.
“La disminución en la adherencia es uno de los determinantes centrales del fracaso de los tratamientos. Las consecuencias son claras: un mal control de las enfermedades y una menor calidad de vida”.
Recordó que cuando la falta de adherencia se genera en tratamientos antibióticos, “contribuye a la resistencia antimicrobiana, problema que se cobra cientos de miles de vidas por año a nivel global”.
La buena adherencia depende del “conocimiento del paciente sobre la importancia de seguir las indicaciones, pero también, de que tenga “acceso al medicamento”. Es decir, que el fármaco “esté disponible y se pueda afrontar económicamente”.
Medicamentos e inflación
Solo en diciembre, la población argentina convivió con un 25,5% de inflación (IPC del Indec), pero, según la consultora PxQ, el alza en los “productos medicinales, artefactos y equipos para la salud” fue del 42%.
Datos de las propias farmacias señalan que mientras la inflación anual acumuló 211%, la variación de precios promedio de los remedios llegó al 289,6%. PxQ estima más del 275%.
Desde el sector farmacéutico, CILFA, la entidad que nuclea a los laboratorios nacionales, ve otra cosa: aseguró que la industria farmacéutica incrementó los precios “un 191,7% en 2023, por debajo de la inflación del año”.
Hay, no obstante, estimaciones más duras, por ejemplo la del consultor Daniel Ricchione, publicada en el sitio Farmascopionet, donde se afirma que los medicamentos de dispensa con receta acumularon nada menos que un 299% en 2023.
Como la mayoría de los fármacos lleva una cantidad significativa de insumos importados, es lógico asumir que la devaluación habrá influenciado mucho en los precios. Sin embargo, no faltan voces que denuncian un alza desmedida el año pasado, como la de Ricchione, cuyoinforme señala que “no se justifica el aumento de los precios durante el 2023 por ninguna de las variables inflacionarias”.
No es un contexto simple. Pesa especialmente la cuestión de los genéricos (copias de medicamentos con patente vencida, aprobadas por pruebas de bioequivalencia), que en otros mercados lograron bajar los precios pero que en Argentina nunca se desarrollaron. Sin embargo, sin que el público lo sepa (porque el packaging nunca lo indica), el 90% de los remedios que se venden acá son copias de originales con patente vencida aprobados por la ANMAT pero sin prueba de bioequivalencia mediante. Así, lo que termina organizando los precios del sector es, finalmente, el peso de marca.
AS